sábado, 1 de septiembre de 2007

Desde Guatapé

Pese a ser una antioqueña de pura cepa y además orgullosa de ello, debo reconocer que no he "puebliao" lo suficiente por mi hermoso departamento. Sin embargo las cosas se dan cuando uno menos lo espera.

Este finde, providencialmente, me encuentro en el bello municipio de Guatapé. Y digo que providencial, porque me envió la universidad con la que trabajo a dictar un curso acá. No, no importa que esté trabajando en vez de estar de paseo. Lo que aquí importa es la belleza del paisaje de esta población.

Para comenzar, el contraste. Al llegar al parque se encuentra uno con un tradicional pueblo antioqueño de clima muy frío, con parque de forma cuadrada e iglesia como edificio principal. Pero al desplazarse un par de calles del parque (no sé en que dirección, por aquello del sentido de ubicación espacial que tenemos las mujeres), imponente, se ve el embalse; que en una primera mirada, parece el mar; y es ahí en donde está el contraste, porque al caminar por el malecón, uno podría imaginarse como si estuviera al lado del mar, cuando en realidad se encuentra en un pueblo del interior y de muy baja temperatura. La vista es preciosa, los barcos que llevan de paseo por el embalse, el paint ball, las motos marinas, las lanchas, el viaje por cable aéreo sobre la represa, los estaderos para rumbear y las comidas y artesanías a lo largo del malecón, hacen que este contraste sea algo excepcional.

Luego, está el recorrido por las calles del pueblo, hermosas fachadas de tipo antiguo, coloridas y bien cuidadas; pero lo mejor de esta parte son los zócalos de las fachadas, pues son la clara expresión de su entorno y de su cultura. Son hermosas obras artesanales con motivos típicos de la región como lo son los arrieros, o más de tipo local, como la cercana piedra del peñol, el embalse, peces...

Y, además de todo esto, la amabilidad de sus gentes, su calidez...

La verdad, estoy descrestada con este pueblo, creo que antes ningún otro (ni siquiera Santafé de Antioquia) me ha dejado tan emocionada. la pregunta es, "entonces qué estoy haciendo aquí sentada frente al pc, en lugar de estar disfrutando de todo esto"; pues la verdad no venía preparada para esta maravilla, yo sólo venía a dictar mi curso y luego regresarme a la "bella villa"; y ahora resulta estoy aquí solita sin tener con quien compartir la belleza de este pueblo. Pero como la providencia conmigo ha sido generosa, el próximo finde debo regresar a continuar el curso, y también en octubre y por último en noviembre así que tendré oportunidad de disfrutar mejor de todo lo que aquí hay por hacer. Es por ello que este post se quedará esta semana sin imágenes, pues en mi próxima visita traeré la cámara y tomaré muchas fotografías. Lo prometo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me encantaría haberte acompañado, un viaje a tu lado ha de ser una experiencia de amistad y cariño de las que no quiero perderme

ojalá algún día

amor

Anónimo dijo...

Pero aunque estés trabajando en tan noble labor, el paisaje es distinto y se disfruta como tal, ¿no? Un verdadero océano en miniatura es el que se aprecia en Guatapé, según tus palabras...el hombre también puede crear maravillas aunque con muchísimo más esfuerzo que la Naturaleza.

De alguna forma, tenías que dejar patente tus sentimientos respecto a lo vivido, ¿no? Quizás podían desvanecerse algunos recuerdos en la medida que te alejases de Guatapé; ergo, has hecho bien en plasmarlos en letras.

Saludos cordiales.

Anónimo dijo...

Indudablemente un pueblo de paisajes. Recuerdo mucho una vez que estuve en una finca y llovío toda la noche, nos quedamos con ruanas en una sillas mecedoras, me tomé tres aguardientes y los demás bogaron, la neblina era hermosa, fue una noche de lluvia en entorno familiar muy grato.

Un abrazo cálido!