martes, 19 de junio de 2007

Work day




Lunes festivo después del Día del padre. Invité a mi papá a pasar el fin de semana en casa conmigo y con mi hija; queríamos que viniera esta vez en lugar de ir nosotras, para variar un poco y para que él saliera pues se la pasa en la finca. Así que estuvo desde el sábado hasta el martes.

En momentos como este, creo que es bueno, además, tener un hombre en casa (por unos pocos días), sobre todo si es como mi papá, que es de esos "toderos" que se mide a arreglar todo lo que está dañado. Entonces aproveché su visita para hacer unas cuantas reparaciones domésticas.

Lo primero fue el interruptor de luz y el tomacorriente del balcón que Dalí, mi perro, se había comido y que yo reparé pero a medias, pues sólo funcionaba el interruptor (han de saber que como hija única de un padre "todero", sé defenderme con ciertas reparaciones menores como el cable de la plancha, interruptores, enchufes, extensiones de luz, manejo de taladro, destornilladores, entre otras); luego una sencilla labor de carpintería, pues la cama de mi hija requería de una fuerte mano masculina y quedé feliz con el resultado; y por último pintar el balcón que de cuenta de Dalí, ya lucía un terrible estado de pintura deteriorada y con un igualmente satisfactorio resultado.

Al final del día, casi a las siete de la noche, las labores de reparación en mi casa estaban casi concluídas y yo estaba feliz. Mi papá y yo ya planeamos, para su próxima visita construirle una linda casita a Dalí. Y es entonces cuando me pongo a pensar que a pesar de tener una familia pequeñita (mi hija, Dalí y yo), cuento con mi papá que es un sol y que me ayuda con lo que se sale de mi alcance.

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